«Santa Catalina tiene el padre en el mar», dice una famosa copla de Portonovo, villa marinera de Sanxenxo que alberga, entre otros monumentos, un edificio religioso de gran importancia para sus dos mil habitantes: la capilla de Santa Catalina. Cierto es que los alrededores del municipio también despiertan el interés del público turista, como evidencia la demanda de rutas en barco portonovo ons, Cíes, Bueu y otros destinos cercanos. Pero los amantes del patrimonio histórico no necesitan hacerse a la mar, y este templo consagrado a Santa Catalina es una muestra de ello.
Cerca de Punta Cepelo, descendiendo por la Rúa San Roque, se alza este santuario del siglo diecisiete, inicialmente dedicado a San Roque, patrono de infinidad de colectivos (médicos, enfermos, agricultores, carpinteros, etcétera). Sin embargo, el santo nacido en Montpellier fue «desplazado» por Santa Catalina de Alejandría cuando una imagen de la mártir naufragó en estas costas y despertó la devoción de los portonoveses.
No obstante, el interior de la capilla sigue acogiendo una imagen de San Roque en compañía de su perro. Por lo demás, está adornada con iconos de San José, San Antonio de Padua, Nuestra Señora de los Dolores y la Virgen del Rosario. De nave única y planta rectangular, esta capilla presenta una espadaña de reducidas dimensiones y un solo vano. Su fachada principal, decorada con pináculos, está rematada con forma de cruz.
A mediados de agosto, la capilla de Santa Catalina celebra sus fiestas patronales, con un programa de actos que incluye música, procesiones y otros actos, consagrados a San Roque. Por su parte, la figura de Catalina de Alejandría se recuerda aquí cada veinticinco de noviembre en las fiestas del mismo nombre. En cierto modo, este santuario compite con otro templo católico situado en Portonovo, la Iglesia de Santa María de Adina.